miércoles, 9 de abril de 2008

Creatividad agraria



Cantos de la Plaza de Gualeguay, dedicados a Cristina

lunes, 7 de abril de 2008

Las mentiras de Martín Losteau

Estas fueron declaraciones de Losteau durante la campaña de Cristina....

Una de las grandes claves del modelo económico K es el superávit fiscal. Es decir, recaudar más de lo que se gasta.

Para tener las arcas llenas hay dos impuestos que son claves: las retenciones (o impuestos a la exportación) y el impuesto a las transacciones financieras, más conocido como impuesto al cheque.

¿Por qué es tan importante? Porque es un dinero que se queda el Estado Nacional y no lo coparticipa a las provincias. ¿Qué opina el futuro ministro de Economía sobre estos dos impuestos?

"En los últimos años, ante la menor recaudación de los tributos históricos, y luego del cambio en los precios relativos de 2002, el Estado recurrió a algunos impuestos fuertemente distorsivos de la actividad económica que están ausentes en cualquier democracia moderna. Ellos son las retenciones a las exportaciones y el impuesto a las transacciones financieras (débitos y créditos)" (Pag 40 de Hacia un federalismo Solidario).


Al hablar del sistema tributario argentino, dice que uno de los mayores desafíos es corregir la "gran distorsión que implican los dos nuevos impuestos heredados de la crisis". ¿Cumplirá su palabra?

domingo, 6 de abril de 2008

Borges y los piqueteros

Borges y los piqueteros



Argentina renuncia poco a poco a todo lo que hizo de ella un país del primer mundo para, obnubilada por el populismo, la dictadura y la demagogia, dividirse y ensangrentarse.






Por Mario Vargas Llosa


La biblioteca Miguel Cané, en el barrio bonaerense de Boedo, es un modesto local de techos altos y viejos anaqueles y pupitres de lectura, que se ha convertido en un sitio de peregrinación cultural para todo visitante más o menos alfabeto que llega a Buenos Aires. Porque aquí trabajó Jorge Luis Borges nueve años, de 1937 a 1946, como humilde auxiliar de bibliotecario, registrando y clasificando libros en un estrecho cuartito sin ventanas del segundo piso, donde ahora se exhiben, en una vitrina, las primeras ediciones de algunos de sus libros.

No hace mucho pasó por aquí el escritor inglés Julian Barnes y dejó estampada su admiración por el autor de "Ficciones". Siento de pronto emoción imaginando aquellos años oscuros de ese auxiliar de biblioteca que, según la leyenda, en la hora de tranvía que le tomaba ir y venir de su casa a su trabajo, se enseñó a sí mismo el italiano, y leyó y poco menos que memorizó "La divina comedia", de Dante. Además, claro, de darse tiempo para escribir los cuentos de su primera obra maestra, "Ficciones" (1944).

Borges es una de las cosas más notables que le ha pasado a la Argentina, a la lengua española, a la literatura, en el siglo veinte. Y es seguro que esa particular forma de genialidad que fue la suya --por lo excéntrico de sus curiosidades, su oceánica cultura literaria, lo universal de su visión y la lucidez de su prosa-- hubiera sido imposible sin el entorno social y cultural de Buenos Aires, probablemente la ciudad más literaria del mundo, junto con París. Ambas capitales tienen encima, como segunda piel, una envoltura literaria de mitos, leyendas, fantasías, anécdotas, imágenes, que remiten a cuentos, poemas, novelas y autores y dan una dimensión entre fantástica y libresca a todo lo que contienen: cosas, casas, barrios, calles y personas.

Mucho de aquella Argentina de lectores voraces y universales, de cosmopolitas frenéticos y políglotas desmesurados, está todavía presente en la desfalleciente Buenos Aires a la que vuelvo luego de algunos años: en sus espléndidas librerías de Florida y Corrientes abiertas hasta altas horas de la noche, en sus cafés literarios donde se cocinaron grandes polémicas estéticas y políticas, y cuajaron esas revistas culturales que circulaban por toda América Latina como ventanas que nos descubrían a los latinoamericanos todo lo importante que en materia artística y literaria ocurría en el resto del mundo. Las paredes del Café Margot están llenas de inscripciones, fotos y recuerdos de los ilustres escribidores, músicos y pintores que se sentaron, bebieron y discutieron hasta altas horas en estas mesitas frágiles y apretadas donde, con un grupo de amigos, recordamos algunas glorias extintas: Victoria Ocampo, María Rosa Oliver, José Bianco. En un rincón del célebre Café Tortoni hay una mesa con un Borges de tamaño natural, hecho de papier-maché.

Pero es sobre todo en ciertas personas donde aquella tradición civil e intelectual está aún viva y coleando: después de muchos años tengo la alegría de ver al ensayista y filósofo Juan José Sebreli y unos pocos minutos de conversación me bastan para comprobar, de nuevo, la solidez y vastedad de su información filosófica, la desenvoltura con que se mueve por los mundos de la historia, las ideas políticas y la literatura. Como muchos argentinos que he conocido, me da la impresión de haber leído todos los libros.



Borges fue destituido de su empleo en la biblioteca Miguel Cané por el gobierno de Perón, en 1946, y degradado, por su antiperonismo, a la condición de inspector municipal de aves y gallineros. El hecho es todo un símbolo del proceso de barbarización política que latinoamericanizaría a Argentina y revelaría a los argentinos al cabo de los años que, en verdad, no eran lo que muchos de ellos creían ser --ciudadanos de un país europeo, culto, civilizado y democrático, enclavado por accidente en Sudamérica-- sino, ay, nada más que otra nación del tercer mundo subdesarrollado e incivil.


La involución del país más próspero y mejor educado de América Latina --una de las primeras sociedades en el mundo que gracias a un admirable sistema educativo derrotó al analfabetismo- - a su condición actual es una historia que está por escribirse. Cuando alguien la escriba, lo que saldrá a la luz tendrá la apariencia de una ficción borgiana: una nación entera que, poco a poco, renuncia a todo lo que hizo de ella un país del primer mundo --la democracia, la economía de mercado, su integración al resto del globo, las instituciones civiles, la cultura de brazos abiertos-- para, obnubilada por el populismo, la demagogia, el autoritarismo, la dictadura y el delirio mesiánico, empobrecerse, dividirse, ensangrentarse, provincianizarse, y, en resumidas cuentas, pasar de Jorge Luis Borges a los piqueteros.

Son emblema de la otra Argentina, la que rechazó el camino de la civilización y optó resueltamente por la barbarie. En sus orígenes eran, al parecer, desempleados y marginales que salían a reclamar atención y trabajo de un poder que los ignoraba, de un mundo oficial sin alma, que daba la espalda a los más necesitados. Ahora, más bien, son las fuerzas de choque del poder político. Anteanoche han salido con sus bombos y sus garrotes a enfrentarse a los simpatizantes de los agricultores que protestan en la Plaza de Mayo por los nuevos impuestos decretados por el gobierno de Cristina Kirchner para los productos agrícolas. Y, en efecto, los dispersan a palazos y a patadas, en nombre de la revolución.

¿Cuál revolución? La del odio. Lo explica muy bien el líder piquetero Luis D'Elía, afirmando que la culpa de esta movilización de agricultores contra el Gobierno la tienen "los blancos". Añade que él "odia" a los blancos del Barrio Norte y quisiera "acabar" con todos ellos. Pregunto a mis amigos argentinos qué quiere decir el líder piquetero con aquello de "blancos". Porque, por donde yo miro, en la Argentina, por más esfuerzos que hago, solo veo blancos. ¿Quiere acabar, pues, el piquetero con cuarenta millones de sus compatriotas? No veo argentinos negros, ni cholos, ni indios, ni mulatos, salvo turistas o inmigrantes: ¿únicamente a ellos está dispuesto D'Elía a salvar de sus fantasías homicidas y racistas?







Unos días más tarde, tengo ocasión de inspeccionar muy de cerca a un par de centenares de piqueteros que emboscan el autobús que me lleva, de la Bolsa de Rosario al local del Instituto Libertad, que cumple veinte años, un aniversario que un buen número de liberales del mundo entero hemos venido a celebrar. Como quedamos inmovilizados por la joven hueste de don Luis D'Elía --o tal vez alguna peor, pues esta es solo ultra, y en la Argentina hay ultra-ultra y más-- entre diez y quince minutos en la Plaza de la Cooperación, mientras ellos, imbuidos de la filosofía de aquel mentor, destrozan los cristales del autobús y lo abollan a palazos y pedradas y lo maculan con baldazos de pintura, tengo tiempo de estudiar de cerca las caras furibundas de nuestros atacantes. Son todos blanquísimos a más no poder. Mis compañeros y yo guardamos la compostura debida, pero no puedo dejar de preguntarme qué ocurrirá si, antes de que vengan a rescatarnos, los aguerridos piqueteros que nos apedrean lanzan adentro del ómnibus un coctel molotov o consiguen abrir la puerta que ahora sacuden a su gusto. ¿Celebraré mis 72 años --porque hoy es mi cumpleaños-- tratando de oponer mis flacas fuerzas a la apabullante furia de esta horda de salvajes? Cuando pasa todo aquello, la joven periodista ecuatoriana Gabriela Calderón --es tan menuda que consiguió encogerse debajo del asiento como una contorsionista- - me pregunta muy en serio si estas cosas me ocurren en todas las ciudades que visito. Le respondo que no, que esto solo me ha ocurrido en la queridísima ciudad de Rosario.

Lo es para mí, por los buenos recuerdos que guardo de ella, y porque es la tierra de mi amigo Gerardo Bongiovanni y de Mario Borgonovo, un publicista que, cuando se lanza a cantar tangos, hasta los ángeles del cielo bajan y los diablos del infierno suben a escucharlo. Gerardo creó, con cuatro amigos, en 1988, la Fundación Libertad, para promover las ideas liberales en su país. Veinte años después, el instituto es un foco de pensamiento, de debates, de publicaciones, de seminarios y conferencias que entablan una batalla diaria por la modernidad, la tolerancia, el progreso, la democracia y la prosperidad contra quienes se empeñan en seguir retrocediendo a la Argentina hacia lo que Popper llamaba "la cultura de la tribu". Durante los diálogos, mesas redondas y exposiciones de estos días, como en la mañana emocionante de mi visita a la biblioteca Miguel Cané, de Boedo, me digo, esperanzado, que no todo está perdido, que todavía el fantasma de Borges podría despertar a la Argentina de la pesadilla de los piqueteros.


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Argentina hoy

Joaquín Morales Solá en La Nación (sintetizado por Zhoram)

Hay un derrumbe en las encuestas que miden la popularidad de Cristina Kirchner. Son resultados reservados, que sólo se dicen entre murmullos.

Gobernadores peronistas pidieron en la cima misma un cambio de gabinete, que sea capaz, dijeron, de darle oxígeno a la administración y de dotarla de nuevas expectativas. Legisladores kirchneristas debieron cancelar este fin de semana viajes al interior de sus provincias, porque fueron advertidos de que recibirían duras críticas.

Cristina retiene (en las encuestas)el bloque duro del peronismo, cuyo piso estuvo siempre en el 35 por ciento.


La caída es tan pronunciada que no se puede mostrar , alertó uno de ellos. No se trata sólo de Cristina Kirchner. Ya antes de perder los aderezos del poder, también Néstor Kirchner había descendido de las cifras celestiales que tanto le gustaban; la crisis ya se vislumbraba entonces.


Resquebrajamiento en el poder

Algunos gobernadores han dicho en público sus diferencias.

El chubutense Mario Das Neves insistió en ellas delante de la cresta misma del poder y se animó, además, a reclamar un cambio en el equipo de colaboradores de la Presidenta.

A Carlos Reutemann le han reconocido siempre una virtud: es uno de los pocos políticos que caminan y hablan con la gente común. Los reparos públicos que le hizo al gobierno nacional forman parte de su percepción personal del estado de ánimo social. ¿El actual senador tiene campos de soja, como le reprocha el Gobierno? Los tiene. Eso no les quita autenticidad a sus palabras.

La crisis política y de popularidad que enfrenta la administración sucedió después del conflicto con el campo. La administración es indiferente a esa constatación. El campo siguió bajo el régimen del castigo kirchnerista. Todos los funcionarios fueron conminados a no hablar con sus dirigentes después de que éstos lograran levantar el paro. Habían sido demasiado duros en sus discursos de Gualeguaychú para el paladar de los Kirchner.


El mal humor del campo

Sobre el fin de semana, el mal humor volvía a percibirse entre los dirigentes agropecuarios. El paro se había levantado y nadie los llamó. En el fondo, los gestos de distancias y de dilaciones, aunque no las palabras, expresaban cierto triunfalismo oficial. Nunca hubo un análisis objetivo del conflicto dentro del Gobierno. Ese era uno de los problemas.

Otro problema consistía en que los ganaderos quieren volver al paro mañana mismo: envíos de carne al exterior estaban siendo desembarcados por orden del Gobierno.
Las exportaciones de unos dos millones de toneladas de trigo seguían cerradas. Guillermo Moreno dio esas órdenes. Lousteau, su jefe formal, no sabía nada. A los ganaderos estuvo dedicado el gesto público de Moreno de cortarle la cabeza a alguien. A pesar de ello, era Lousteau el funcionario más criticado en los círculos agropecuarios. Quizá no esperaban de parte de él lo que dan por descontado de parte de Moreno.


Atardecía el viernes último cuando se oyó a un importante dirigente agropecuario: El Gobierno no conoce la dimensión del conflicto social. Nosotros tenemos el aliento en la nuca , dijo. Y remató: Así, el paro volverá en 30 días .






El único que entrevió el tamaño del conflicto fue Hugo Moyano, que le aclaró a Néstor Kirchner que los camioneros cortarían las rutas, pero no enfrentarían a los productores. Esos están todos armados , le explicó con preciso conocimiento de las circunstancias y de los hombres.


D´Elía y las encuestas

No obstante, las clases medias urbanas y rurales parecen haberle retirado la confianza al Gobierno, empujadas no sólo por el conflicto con el campo.

También influyó de manera determinante la inflación, irresuelta y agravada, y las fuerzas de choque enviadas por el Gobierno para disolver manifestaciones opositoras.





Entre Luis D Elía y las encuestas hay una incompatibilidad permanente. O se lo exhibe a D Elía o se hacen encuestas.


El conflicto de Cristina Kirchner no es su condición de mujer, sino la instalación en el imaginario social de la continuidad de una gestión y de unos métodos que ya estaban dando, mucho antes, signos evidentes de fatiga.

sábado, 5 de abril de 2008

El futuro del agro en Argentina según los fruti hortícolas

Argentina debe diseñar un nuevo plan para el campo


Lo sucedido en las últimas semanas, que generó un desabastecimiento que puso en riesgo la paz social de los argentinos, debe ser el punto de inflexión para que todos reflexionemos sobre la importancia de tener en serio un sector agroindustrial consolidado.

ADRIÁN ALONSO








Argentina es hoy el único país del mundo que aplica impuestos a la exportación, mientras la mayoría de las naciones entiende en su promoción una puerta de desarrollo.


Si bien la historia de nuestro país presenta antecedentes sobre este tributo distorsivo, recientemente muestra por primera vez el uso de esta herramienta fiscal para paliar necesidades básicas insatisfechas de los sectores sociales más necesitados en el año 2002, durante la presidencia de Duhalde, a fin de calmar "un país en llamas".

En aquel momento, el sector agroindustrial apoyó esta medida solidaria, cuya imposición no superaba el 10% en el caso de la soja, pero extendida a un sinnúmero de productos exportables agroindustriales.

Entonces, el valor FOB de la soja rondaba los $ 200 la tonelada mientras hoy ronda unos $ 800 la tonelada. Pero la inflación de los costos de producción del sector fue del 70% sólo el año pasado. Los costos logísticos aumentaron un 397% desde diciembre del 2001 a la fecha.

Hoy el escenario internacional es inigualable para Argentina y las perspectivas no podrían ser mejores. Sin embargo, en lugar de construir capital social entre todos los sectores y diseñar el despegue definitivo del país, damos lugar al enfrentamiento. Otros países nos lo agradecen. Hoy por ejemplo Argentina no tiene Ministerio de Agricultura, sino una simple secretaría y muchas actividades como la frutihortícola carecen de una repartición específica.


El gobierno deberá pagar el costo político de subestimar la movilización de un sector del campo y por el lado los ruralistas piqueteros deberán hacerse responsables de las grandes pérdidas que ocasionaron a sus pares frutihortícolas, avícolas, pecuarios y otros sectores que se vieron imposibilitados de transitar libremente en la Argentina.

70 % en dólares fué la inflación de los insumos principales del agro en el último año, como fertilizantes y herbicidas. El dólar sigue a $3,15 y esto desdibuja más la rentabilidad del productor argentino.

viernes, 4 de abril de 2008

Las 10 mentiras del Gobierno en el Paro Agrario

Durante el Paro Agrario, en los piquetes de autoconvocados se distribuía un volante que decía lo siguiente:

Mentira 1: “Gracias a las retenciones el campo tiene el gas-oil barato” (Ministro Lousteau)
Realidad: El gas oil para el transporte en colectivos vale $1, en los surtidores de las estaciones de servicio (precio al público) $1.70 a $2 y para el campo (mayorista) vale $2.20 a $2.30. Y en los momentos de mayor consumo, siembra – cosecha, muchas veces no se consigue.

Mentira 2: “Gracias a las retenciones el campo tiene un tipo de cambio competitivo” (Ministro Lousteau)
Realidad: El campo vende con un dólar entre $1.75 y $2.05 (tipo de cambio menos retenciones) según los productos; y compra los insumos con un dólar de $3.15. ¿Quién puede competir así?

Mentira 3: “En el 2008 el productor recibirá el precio lleno del trigo” (Secretario de Agricultura de Urquiza)
Realidad: En el mercado externo el trigo vale $1150 por tn., por las retenciones el Gobierno se lleva $332 por tn., exportadores y/o molineros (amigos del Gobierno)se quedan con $248 por tn., y el productor cobra puesto en el puerto $580 por tn., solo el 50% del precio lleno.

Mentira 4: “El objetivo de las retenciones es que los consumidores tengan alimentos baratos”.
Realidad: El trigo en el 2002 (año en el que se reimplantaron las retenciones) valía $380 por tn., ahora vale $580 por tn., es decir que aumento el 52%. El precio del pan ese mismo año era $2 por kg., hoy cuesta $4 el kg., el aumento es del 100%. El principal objetivo de las retenciones es recaudatorio.

Mentira 5: “Al campo le va tan bien, que desde que asumió este Gobierno, el precio de la tierra aumentó seis veces”. (Ministro Alberto Fernández y Randazzo).
Realidad: El precio de los campos aumentó pero no lo compran los verdaderos productores con sus ganancias, sino empresarios, industriales y sindicalistas allegados al Gobierno con fortunas de dudosa procedencia. (Moyano, Eurnekian, Werthein, etc.)

Mentira 6: “La carne no esta afectada por las retenciones” (Ministro Alberto Fernández)
Realidad: Las retenciones a las exportaciones de carne, desde 2002 al 2006, pasaron del 5 al 15 %. Además, el mercado de la carne está fuertemente intervenido con precios máximos, manipulación de los Registros de Exportación, aprietes a consignatarios y frigoríficos para firmar acuerdos, etc.

Mentira 7: “El campo se queja y tiene superganancias”. (Ministro Alberto Fernández, Lousteau).
Realidad: En la zona de Coronel Dorrego, triguera por excelencia, con los valores actuales, los rendimientos necesarios para sólo cubrir los costos es de 2900 kg por hectárea. El rendimiento promedio es 2400 kg por hectárea. ¿Se gana algo? ¿Hay ganancias extraordinarias?... Y si las hubiera, ¡¿Es un delito que un empresario que arriesga capital, invierte y genera trabajo tenga ganancias?!

Mentira 8: “El campo vende a precios internacionales y compra insumos a valores que se han mantenido en pesos” (Ministro Alberto Fernández).
Realidad: Las retenciones le ponen un precio tope al precio que recibe el productor, actúan como un precio máximo, por lo que los chacareros no se benefician con los aumentos de los precios internacionales. Por otro lado, en el último año, los insumos aumentaron en promedio el 70% en dólares.

Mentira 9: “Este Gobierno no tiene una política anti campo” (Ministro Alberto Fernández y Secretario de Agricultura de Urquiza)

MENTIRA 10: Esta medida es para evitar la sojización (dicho por todo el gobierno y los que no saben y repiten como loros)
Realidad; Si asi fuera, habria que aplicar estas nuevas medidas para la proxima cosecha y asi cambiar la intención de siembra, pero no, la aplican a una semana del comienzo de esta cosecha que fue sembrada bajo otras condiciones de juego.

Por esto creo que es una medida netamente recaudatoria (lease otro manotazo al campo)

Realidad: ¿¡Todo esto le parece poco?! Queremos que conozca los verdaderos motivos de nuestros reclamos y mostrarles que las declaraciones del Gobierno son totalmente falsas.

Disculpe las molestias que ocasionamos en su viaje.




Video: TODOS SOMOS EL CAMPO, CON MÚSICA DE AURORA (un himno patrio muy conocido, dedicado a la bandera argentina)